8 de diciembre de 2006

Reivindicación del gusto por la lectura

Hoy me tomo la libertad de reflexionar en voz alta. Llevo casi tres años involucrado con el periodismo en Internet. Esto empezó -sin proponérmelo- cuando llegué al portal de noticias Peru.com y ocho meses después a la Web de Perú.21. En ese momento no pretendía investigar temas relacionados al ciberperiodismo (ni sabía que existía esa palabra) ni mucho menos ser profesor universitario. Lo único que tenía claro era que quería ser escritor. Es más aún quiero serlo, pero sé que de este arte únicamente no se vive.

Todo lo que soy se lo debo a la lectura, principalmente a la Literatura. Si bien la Internet nos trae muchas ventajas y hay argumentos de sobra para afirmar esto, creo que nada sustituye al placer de leer un libro. Es más, cuando salgo de la biblioteca de la facultad tengo la sensación de que he aprendido y asimilado un conocimiento más sistematizado y riguroso que cuando leo, por ejemplo, un weblog. El libro, definitivamente no morirá. Sin embargo, sé que no hay muchos lectores, jóvenes sobre todo.

¿Es importante leer o sólo es una pose de aquellos que quieren hacerse los intelectuales? Estoy convencido que la lectura nos despierta la imaginación, y nos hace reflexionar; sobre todo las novelas, los cuentos y, cómo no, la poesía. Y digo que sí es importante porque si comparamos cómo navega en la Red una persona medianamente culta y otra que no lo es, notamos que el primero tiene intereses que anteceden a Internet, en tanto que la segunda, lo más probable, es que se dedique sólo a usar el messenger y a ‘bajar’ música.

Para un universitario –sea estudiante o docente- la lectura debe ser como la lanza y la armadura de un caballero medieval. Por más que algunas personas digan que somos una cultura más oral que escribal, digo que la lectura es también un acto que requiere fuerza de voluntad. Al principio no es fácil dedicarse a leer. Si nos ponemos a pensar son más los pretextos para no hacerlo que los argumentos para dedicarle tiempo al libro. Muchas veces he tenido la sensación de que mi vida se ha estacionado cuando he estado en mi casa o en la Biblioteca Nacional con un libro abierto. Vida aburrida le llaman algunos.

Además, leer no trae resultados de inmediato, sino a largo plazo. Uno de los réditos, entre otros, es no tener problemas con la ortografía y mirar más allá de nuestras narices de todas las cosas que escuchamos o vemos. Se lee no para presumir, sino para contagiar el placer de la lectura. La lectura no se impone. Por más que un profesor se desgañite diciendo a sus alumnos que deben leer, estos no le harán caso.

La verdad que este tema da para más, pero excede la naturaleza de este weblog. Sé que debí escribir algo sobre ciberperiodismo, pero digamos que he hecho uso de mi libertad de expresión.

1 comentarios:

Juan Flores dijo...

Un libro enriquece el alma. Cada hoja de un libro debe ser reconocido como un patrimonio de la espiritualidad educativa, formativa y socializadora del homo sapiens. Un libro nos lleva a eso que tanto se requiere en este mmundo globalizado:"PENSAR, ANALIZAR". Una de las peores consecuencias de la guerra con Chile, fue el hurto de libros grandiosos, adincluso fueron algunos incendiadoS ergo destruidos. Ahora, sin necesidad de guerra, el libro es llevado por todos al olvido y al menospreciado. Que horrendo crimen. Denegri dice en su ensayo "El asesino desorganizado" que el hombre es la única especi viviente que se mata entre sí. No sólo a los de su especie, sino tambien a sí mismo. No sólo matamos al HIJO del PADRE, vibramos con las guerras, construimos el ojal más grande para la capa de ozono, además intentamos destruir toda forma enriquecer a nuestras neuronas. ¡Ni los animales!